lunes, 18 de enero de 2010

EL DIBUJO INFANTIL

Antes de hablar en profundidad de las etapas del dibujo infantil, quiero aclarar que todos los niños no evolucionan de la misma manera. Sí que es cierto que hay unas pautas a seguir, es decir, entre numerosos estudios se ha comprobado que cada etapa abarca un periodo determinado.
Cuando el niño dibuja algo que considera oportuno en ese momento, no es un mero “garabato”, sino que todo se relaciona con una simbología, desde la realidad hasta el campo afectivo.
Aclarado esto, podemos recorrer las etapas del dibujo infantil:

1. La etapa del garabateo:

Desde que agarran por primera vez un lápiz alrededor de los 2 años- hasta los 4 años, aproximadamente, los niños atraviesan tres momentos diferentes. Primero dibujan garabatos desordenados, una especie de rayones en la hoja sobre el que no tienen más control que el que les permite empezar y terminar, y que por eso mismo muchas veces sigue en la mesa sobre la que está apoyado el papel. Más tarde logran controlar un poco más los movimientos y pueden detenerse para llevar el trazo hacia donde desean durante la realización de sus garabatos. Por último, el garabato con nombre aparece cuando el niño comienza a atribuirle un significado a lo que dibujó y entonces dice que hizo “un perro”, “un auto” o “a mamá”, a pesar de que nada de esto sea reconocible en el dibujo.

2. La etapa preesquemática:

Se da aproximadamente entre los 4 y los 7 años y se caracteriza por la búsqueda consciente de una forma en el momento de dibujar. Es durante esta etapa cuando se produce el momento mágico en el que mamá o papá van a reconocer en los trazos del niño el objeto que él dice haber representado. Lo más común es que este primer dibujo sea el de la figura humana, que inicialmente suele representarse con un círculo y dos líneas que salen verticalmente de él y que el niño nombra como “las piernas”, “los brazos” o “las manos”. Estos “cabeza-pies” o “renacuajos” aparecen entre los 4 y los 5 años y se van complejizando con el agregado de otras dos líneas a modo de brazos, con un redondel entre las piernas a modo de abdomen y, más tarde, el cuerpo.

3. La etapa esquemática:

Va de los 7 a los 9 años y las formas se hacen mucho más definidas. Ya a los 7 años es esperable que logren representar la figura humana con detalles claramente identificables por un adulto, sin embargo la representación de la figura humana es muy personal y puede considerarse como un reflejo del desarrollo del individuo. En esta etapa el niño puede considerar las relaciones entre los objetos y ya no trabaja sólo con dibujos de objetos aislados unos de otros: esto se evidencia con la aparición de la línea que representa el suelo y que proporciona una base al resto de los dibujos. Más tarde aparecerá “el cielo”. Es común en esta etapa que dibujen con transparencias y, como si estuvieran sacando una radiografía, los muebles de una casa pueden verse a través de la pared.

4. La etapa del realismo:

Entre los 9 y los 12 años los chicos buscan que sus dibujos sean más fieles a la realidad y grafican objetos, paisajes y también sensaciones, buscando ya la tercera dimensión y tomando en cuenta la superposición. Muchas veces la atención a los detalles del dibujo va en detrimento de la acción y las representaciones resultan estáticas. La línea de base va desapareciendo porque se empieza a concebir al suelo como un plano y lo que era la línea de cielo pasa gradualmente a ser la línea de horizonte.

5. La etapa del pseudo-naturalismo:

Alrededor de los 13 años el dibujo ya tiene una perspectiva espacial y la figura humana se ha complejizado incluyendo rasgos sexuales. El producto final es mucho más valorado que antes. El desarrollo artístico del dibujo continuará en la medida en que el niño esté interesado en él.

En ocasiones, el adulto obtiene respuestas mediante el dibujo. Cuando son pequeños emplean la expresión plástica como método de desahogo, de protagonizar pensamientos, emitir sus propios juicios e intereses. Hoy día el dibujo es una técnica que permite reconocer mejor el por qué de determinadas conductas, es decir, forma parte no únicamente de una mera fantasía sino de una realidad muy compleja abarcando incluso un método terapéutico.

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